Se avecina lo que yo llamo el mes agridulce: todo a nuestro alrededor se ve muy alegre, muy lleno de celebración y de lucecitas, pero no siempre lo sentimos así internamente. Son épocas donde también nos visitan la nostalgia, el duelo y muchas otras emociones displacenteras.
No para todas las personas estas festividades son una época mágica, y lo primero que quiero decir al respecto es que eso está bien. Se nos ha impuesto que todas las personas quepamos en esa imagen idílica de la familia en pijamas iguales que sonríe y se ama "incondicionalmente", pero esa es la realidad de menos personas de lo que imaginamos.
Para quienes sentimos ese sabor agridulce en esta época (e incluso para quienes es completamente amargo), a veces surge esta pregunta: ¿qué hago con este mes? Generalmente, la respuesta tiende a ser algo relacionado con evitar vivir o sentir lo que traen las festividades: escondernos, trabajar más, irnos a dormir para ignorar lo que ocurre alrededor... Sin embargo, a veces (si no es que siempre) evitar solamente aumenta la dificultad y el dolor.
Evitar genera miedo, tensión y preocupación, y estas solamente aumentan el malestar que ya hemos estado sintiendo de por sí. ¿Cómo lo manejamos entonces, sin exponernos a situaciones revictimizantes o amenazantes? ¡Podemos generar nuevos significados relacionados con la época!
La religión (o la tradición) más común hace que la Navidad sea lo más celebrado y reconocido a nivel mundial, pero no es la única festividad que existe, por lo que hay muchas otras personas a nuestro alrededor que no necesariamente estarán celebrando en esas fechas. Una primera opción, entonces, es acercarnos a esas personas (judías, budistas, musulmanas, testigos de jehová, entre muchas otras) y buscar compañía o planes para hacer en esas fechas con personas que no necesariamente le dan un significado a la época.
Otra opción, para las personas que sí tienen un apego al significado de la Navidad, es crear una familia escogida en conjunto con otras personas que nos aman, para comenzar a resignificar lo que sentimos con respecto a la época. Puede ser que nos "adopte" alguna familia cercana, o crear un grupo de amistades que tenga la misma necesidad... No importa cómo lo hacemos, lo importante es conectar con otras personas que nos permitan sanar.
Aquí quisiera hacer una pequeña pausa para contarles que las puertas de Shamá estarán abiertas para quienes quieran conectar con otras personas que no tienen dónde ir en Navidad. Pueden apuntarse aquí.
En general, sea cual sea la forma en que decidamos enfrentar estas fechas, es importante que no olvidemos que podemos hacerlo de la mano con el miedo, con la frustración, el dolor, la vergüenza... Lo importante es hacerlo, es enfrentar en lugar de evitar. De esta manera nos podemos devolver nuestro propio sentido de agencia, y darnos cuenta de que tenemos muchísimas más herramientas y recursos de los que jamás hubiéramos pensado.
También es una forma de recordarnos que no estamos solxs en este mundo, ni tenemos que pasar por la dificultad en soledad. Podemos recibir apoyo, compañía y complicidad que nos recuerden que las cosas no tienen que seguir siendo como siempre han sido.
Esto último es importante: los cambios son posibles, y sé que si este mes es amargo o agridulce, es por algo, pero existe la posibilidad de que las cosas den un giro, y podamos experimentar algo distinto por primera vez.
¿Qué hacemos entonces con diciembre? Aceptarlo radicalmente como parte del año y de la vida, y hacer un compromiso con nosotrxs mismxs de permitir que sea diferente esta vez.
Con mucho cariño,
-Mijal
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